El Festival Suzuki y la 2da parte de la Ley de la Manada

pianista¿Les conté que soy una pianista frustrada? Mis primeras clases de piano las recibí a los 9 años. Mi mamá me llevaba donde esta profesora que era muy buena…. lamentablemente muchas veces me quedaba bastante rato después de la clase, esperando a que mi mamá me recogiera. (Tiene muchas virtudes, pero la puntualidad no es una de ellas). Así que al año siguiente tomamos una profesora que iba a la casa, recomendada por mi madrina. El caso es que esta profesora fue la que marcó mi triste salida del mundo de las teclas de ébano y marfil: cada vez que yo tocaba, ella sólo miraba al frente y …. no decía nada! Es más: sólo daba un hondo suspiro… MUY hondo… como diciendo: “Ay, Señor, lo que tengo que soportar”. En consecuencia, la niña Bettina pensó que era negada para el piano. Así que después de un año de soportar a la profe suspirante, les dije a mis padres que ya no seguiría con el dichoso instrumento. Es una lástima que mis padres no me hayan presionado en aquel entonces…. ¡tal vez otra había sido mi historia! Más adelante he aprendido (autodidactamente) a tocar un poco de guitarra…. y he llegado a componer algunas canciones; pero siempre me parece que les falta el mágico sonido del piano. Inclusive para la misma composición o para aprender algún otro instrumento, el piano abre los horizontes.

IMG_7210saxAsí que cuando tuve a mis hijos, la pianista frustrada – que soy yo – decidió que ellos tendrían esta maravillosa herramienta… y los metí a clases de piano, con una super profesora que no suspira, sino que mas bien tiene mucha paciencia y los motiva para seguir tocando. Hoy en día mi hijo de 11 años toca mejor que yo, y además ha entrado al saxo (para el cual el piano ha sido una base invalorable)…. en cuanto a mi hijita de 7 años, también se perfila como una estupenda pianista. ¡Vamos a ver qué dice el tiempo!

Bueno. El caso es que todos los años se lleva a cabo el Festival de Música Suzuki en Lima. Para los chicos es una semana muy bonita, donde reciben clases grupales (muy entretenidas, pues son bastante lúdicas), también clases especiales (propiamente del instrumento) y hacen un taller musical de alguna otra disciplina (por ejemplo: baile folklórico, percusión, zampoñas, etc.)  Lo agradable es el ambiente que se vive en las áreas comunes: chicos y chicas de todas las edades están por ahí conversando, jugando, o tocando sus instrumentos: la música suena por todas partes…. es casi como un mini Jamboree, pero de gente unida por la música.

Entre las actividades más esperadas, están los conciertos. Hay los que son organizados (principalmente tocan profesores), pero también hay los de los alumnos: tocan una pieza en frente de todo el mundo. Ahí aparecen los más pequeñitos, que recién han comenzado el método Suzuki, y también los más experimentados jóvenes que ya van tocando 10 años. Y aquí es donde ocurrió lo que quería contar.

pianistadownUno de esos días se presentó un muchacho con Síndrome de Down. Hizo la venia como todos sus compañeros y comenzó a tocar. No crean que el Down lo limitaba a usar una sola mano! El chico lo hizo muy bien en esa ocasión, y también dos días más tarde, cuando tocó a dúo con otro muchacho.  La ovación fue total y más larga que en los casos de los niños “normales”.

Dos cosas me vinieron a la mente: la primera fue el recuerdo de una amiga europea que estuvo embarazada, y que al descubrir que su bebé sería Down, decidió abortar…. intenté persuadirla muchas veces – inclusive en esos países del “Primer Mundo” hay más posibilidades para que los chicos Down tengan mejores condiciones de vida –  pero todo fue inútil.  Interrumpió el embarazo y ha querido convencerse de que fue la mejor decisión tanto para ella como para sus dos hijos mayores…. pero la herida ha sido de por vida: sigue echando de menos a ese pequeñito que nunca pudo nacer.  Si ella hubiera visto a este chico tocando piano, se habría echado a llorar a mares.

La segunda cosa que se me ocurrió fue…. la 2da parte de la Ley de la Manada… bueno, de la que yo aprendí (ahora ya no sé cómo será). Esta decía: “El lobato se vence a sí mismo”.  Es más: cuando yo era alita – el equivalente a lobezna en las Guías – el texto era: “Una Alita se vence a sí misma – o a sus caprichos”. La verdad es que en aquel entonces me lo paporreteé, sin entender lo que significaba.  Además eso de “caprichos” sonaba medio feo (ni ganas me daban de preguntar)…. ¿Y cómo es eso de que “se vence a sí misma”? ¿Cómo podría uno ganarse a sí mismo? Mmm…. eso era demasiada filosofía para mis 8 años.

El Lobato se vence a sí mismo. Claro. Es la única manera de poder cumplir el lema “Siempre lo Mejor”. ¿Cómo se puede mejorar, sin emprender un camino nuevo – o retomando el mismo camino, pero haciendo las cosas de una manera distinta? Este chico Down, al igual que cualquier otro estudiante de piano, ha tenido que esforzarse muchísimo para lograr tocar las piezas presentadas (mientras que yo, sin impedimento físico o mental alguno, tiré la toalla muy rápido!) … Además estoy segura de que no se va a quedar ahí: su autodeterminación y el valioso apoyo de sus padres, harán que este muchacho siga adelante.  Sé que si lo vuelvo a encontrar en el festival del próximo año, estará tocando aun mejor.

El Lobato se vence a sí mismo… mmm…. Esta Ley de la Manada debería extenderse a las demás ramas…. y también a los adultos.  Porque hay  dirigentes que caen en la tentación de creer que lo que están haciendo está muy bien hecho y que no hay manera de superarlo. Por eso las reuniones de sus Manadas, Tropas, Comunidades y Clanes se vuelven rutinarias y terminan aburriendo a sus chicos. Habría que hacer una autoevaluación honesta, considerando la cantidad de chicos con que arrancan a comienzos de año, y la cantidad de chicos con que terminan (no valen campañas de inscripción a medio año, claro!)… y así como los adultos a cargo de unidades, también deberían buscar vencerse a sí mismos quienes ocupen cargos más altos: comisionados, formadores, dirigentes regionales, directores nacionales, etc.  La labor en el cargo asignado (o asumido) debe ser hecha con muchas pilas, con una mente bien enfocada en los objetivos, y a la vez abierta a las múltiples posibilidades de alcanzarlos; también con una capacidad de recibir críticas constructivas, y de tomar acciones para mejorar sus rumbos…

Finalmente incluiría en la lista a los organizadores de eventos! Lo acabo de ver en el Jamboree del Centenario, en el cual tuve la oportunidad de trabajar. Como todo Jamboree, tuvo sus aciertos y sus deficiencias – cosa que no voy a comentar ahora. Lo que sí quería mencionar es que en alguna reunión prejamboree a la que asistí, escuché varias veces hacer mención que tal o cual cosa se hizo así en el Jamboree de Ica, y que por eso se iba a repetir la historia en este Jamboree. No estuve en dicho evento, que fue nombrado varias veces como si hubiera sido un exitazo. Por mi parte di varias sugerencias, a partir de lo que había experimentado en Jamborees Mundiales… pero aparentemente Ica fue mejor y no se prestó mayor atención a las sugerencias hechas.

Siempre he pensado que hay que apuntar alto, para llegar alto….No apuntar a lo irreal;  mas sí a un parámetro alcanzable, y a la vez alto, que nos exija superarnos más y más.  ¿Cuáles son nuestros parámetros? ¿Cuáles son nuestros ejemplos?

El reto está planteado a todos los amigos que me leen.  “Vencerse a sí mismos”  será la única manera de poder hacer “siempre lo mejor”, de tener mejor calidad (y, por tanto, mayor cantidad) de Scouts; será la única manera de organizar mejores eventos…. y también de cumplir el último mensaje del Jefe: de dejar el mundo mejor que como lo encontramos.

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