Después de mucho esperar, por fin tuvimos Jamboree Mundial en Sudamérica: Chile fue el país afortunado… aunque el clima jugó una mala pasada: Según comentaban, en esa época tuvieron la peor sequía de los últimos 40 años, lo cual se vio reflejado en la limitación de varias actividades acuáticas… además del terreno que debía estar más verdecito. Sin embargo, fue un lindo evento. Los chicos estuvieron sumamente entusiastas con las actividades y con la interacción pluricultural.
Stefan y yo – recién con 2 meses de casados – decidimos ir como miembros del Equipo Internacional de Servicio. Presentamos nuestra aplicación juntos, y tuvimos la suerte de ser designados para el mismo trabajo: el Restaurante del Staff : él tenía experiencia en cuestiones de alimentos… y yo ya había servido anteriormente en este tipo de actividad (en el Moot de Polincay, Chile, 1994).
Nuestra primera sorpresa al llegar fue … que nuestro jefe había renunciado! Sí. Parece que el trabajo era demasiado grande… o qué habría pasado. El punto es que no había cabeza que manejara la atención al público en los dos Restaurantes (les llamaban “Casinos”). Y como las cosas no avanzaban y nadie se movía – excepto un par de servidores – el tipo a cargo (interino) nos nombró Jefes de Restaurante! Así que cada uno contaba con un equipo de gente y se responsabilizaba de uno de los comedores. Conmigo se vinieron puros australianos, algunos gringos, y unos pocos latinos. La mayoría de gente eran adultos mayores de 30 años… A Stefan le tocó un equipo bastante diferente: brasileros, chilenos, argentinos… y todos jóvenes.
Así que Stefan y yo nos deseamos buena suerte y nos separamos para trabajar, cada uno en su Restaurante (que eran colindantes). La preparación de los alimentos estaba a cargo de un concesionario muy conocido en Chile (“Central de Restaurantes”). Los Scouts teníamos que hacer todo lo demás: servir al público, limpiar las mesas, arreglar las sillas, botar la basura, lavar las bandejas, etc. La gente que me tocó dirigir era muy buena… y eso que entender el inglés australiano era medio complicado… pero como eran todos adultos “grandes”, sabían trabajar bien, sin mayor necesidad de estar empujándolos. Así que nos propusimos terminar rápido las cosas para irnos a dormir temprano… y así fue: creo que alrededor de la 1:30 – 2:00 am. estábamos listos. Lo que más demoraba era la lavadera de bandejas! En un Jamboree no se suele usar platos, sino bandejas. La desgracia es que no había una MÁQUINA lavadora, sino que todo había que hacerlo a mano. Cuántos comensales seríamos? 5000? Más o menos… y había que estar lavando constantemente para que no faltaran las bandejas.
Salí de mi restaurante para buscar a Stefan. Seguro ya estaría listo. Voy y…. qué veo? el único que se movía limpiando las mesas era el jefe! (o sea, mi recién inaugurado esposo). ¿Y su gente? Unos tocando guitarra, otros tomando su cafecito y loreando, y por ahí uno lavando las bandejas…. un relax total a esas horas! (ojo: había que regresar más tarde para el siguiente turno). Stefan estaba – como era de esperar – amargo! Le habían tocado puros vagos, que querían hacer tertulia mientras trabajaban… o mejor dicho, más tertulia que otra cosa. Y no hacían caso. Pucha! Qué vergüenza: daba la “casualidad” que eran puros latinos! En fin: como él era el “jefe”, supuestamente no los podía dejar (pero tampoco le hacían caso: él quería trabajar rápido y ellos no). Así que me quedé ayudándole a limpiar las cuchucientas mesas y sillas , mientras el resto de gente loreaba. (Por cierto: ellos tenían un lavatorio defectuoso, que hacía charco… eso en parte retrasaba el trabajo. Pero en verdad, lo que más limitaba era la actitud ociosa de la gente). Terminamos saliendo a las 4:30 – 5:00 am. Como era de esperar, Stefan aguantó en ese sitio un turno más… y de ahí se pasó a nuestro restaurante. Qué diferencia !!!
(Antes de seguir con mi historia, creo que es justo decir que muchas de las fotos que presento, son cortesía de mi amigo Christian Arriola, que un día me reparó la computadora y me dejó varias imágenes del Jamboree de Chile, tomadas por un alemán, que por alguna razón se las mandó).
Creo que el trabajo más lindo en el Restaurante es la atención al público… y eso fue lo que hicimos: tomamos la estación de postres (un mostrador , al cual daba un contenedor refrigerado donde estaban los postres y las ensaladas… esto nos proporcionaba un ambiente fresco en medio de ese calor espantoso). El trabajo nos cayó perfecto: entre Stefan y yo podemos hablar castellano, inglés, alemán, francés, algo de portugués y un par de palabras en italiano. Así que los comensales que venían a la sección postres, eran atendidos en su propio idioma: no había problema en describirles lo que había para comer… y tampoco había problema para cambiar rápidamente de un idioma a otro! Una maravilla! La gente nos miraba, y al descubrir en nuestro uniforme la insignia PERU quedaban recontra fascinados! “¿Ustedes son de Perú? No puede ser!” “¿En Perú se habla tantos idiomas? ¡Qué bueno!”
Lo único fundido de nuestro sitio eran… las ensaladas. Era un montón de lechuga picadita (con 2 tajadas de tomate) y empacadas en cajitas plásticas. Luego se ponía 6 de estas cajitas en una bandeja, y luego se apilaba varias bandejas. Así era como se transportaba las ensaladas. Como nosotros teníamos el contenedor frío con los postres, había un sector de ese sitio para mantener las ensaladas también. El detalle es que las 6 cajitas entraban más o menos en la bandeja… y para colmo, a veces no cerraba bien una tapa. por eso, al armar la torre de bandejas, no siempre quedaba derecha. Así que cuando escuchábamos “pataplaf! ” (y un par de groserías a continuación) ya sabíamos que a alguien se le habían caído varias cajitas.
Recuerdo una ocasión en que vinieron los del ministerio de salud (o no sé qué entidad afin). Nuestro Jefe de la Cocina (Carlos – el jefe del Concesionario) estaba molesto con la presencia de estas personas: parece que sus inspectores son bastante quisquillosos y ponen multas hasta por gusto (parecen la SUNAT). Bueno: dio la mala suerte que justo unos minutos antes se habían caído varias ensaladas… y como era lógico, estuvimos barriendo para no pisar las lechugas, y recogiendo las cajitas que habían caído al piso, para acomodarlas bien en sus bandejas (ojo: cajitas que no se habían destapado). En ese momento llega el inspector y nos acusa de estar recogiendo lechugas, metiéndolas en las cajitas para servirlas así cochinas a la gente!!!!!!! Yo le dije al hombre que eso no era cierto… y el tipo me contestó: “no los defiendas. Esto es problema de ellos”. Imagínense!
Bueno. Eso fue – felizmente – sólo un día. Nuestra vida transcurrió feliz en el Restaurante…. como los comensales pasaban todos los días, ya veíamos caras conocidas y siempre conversábamos amigablemente con la gente. Los jóvenes de Central de Restaurantes eran muy correctos y alegres, lo mismo que los scouts que estábamos ahí de voluntarios …. ah! y los gringos se reían mucho de la palabra oficial del Jamboree: “Mañana”. Esto tengo que explicarlo.
Parece que en todas partes se cuece habas… y Chile no es la excepción. A pesar de haber sabido con varios años de anticipación que serían sede del Jamboree Mundial , quedaron muchos asuntos pendientes de resolver. Por eso cuando llegamos al evento y había que registrarse y pedir la pañoleta, el polo y todo el kit de bienvenida… la palabra común de los que atendían era: “mañana”. Claro: no habían llegado las cosas, y había que esperar al día siguiente. Pero esta palabra “mañana” se repetía en otros ambientes también. Así que los gringos, que no entendían ni jota del castellano, siempre terminaban escuchando “mañana” … y aunque al comienzo estaban contrariados , al final terminaron tomándolo deportivamente. En nuestro restaurante era común escuchar a los australianos y a un suizo que teníamos, hablar un montón de palabras inexistentes en español, tratando de imitar a los chilenos: “mjabhsxfhwehrg MAÑANA!” y estallaban las carcajadas.
No puedo hablar mucho más del programa para los jóvenes, pues estuve bien metida en el trabajo del Restaurante. Sí tuve algo de tiempo libre para caminar y mirar algunas otras actividades (los stands de los países… el paseo de los coleccionistas… los campamentos tan diversos de los chicos….algunos talleres… shows…)
De todos los campamentos, el que más me sorprendió fue el de los checos: habían traído por barco un montón de maderas: para construir sus cabañas prefabricadas, en las que dormían 2 scouts. (Parece que suelen hacerlo así allá). También los alemanes habían llevado sus carpas negras tipo “teepee”, que cada vez se iban haciendo más conocidas.
En el paseo de los coleccionistas me pasaron dos cosas simpáticas: una fue que me encontré de casualidad con Bonnie, una scout con la que trabajé en Holanda en el equipo de “Environment-Garbage” (o sea: recogiendo basura); el otro momento agradable fue cuando un francés y un gringo (bastante mayores) estaban como locos por tratar de intercambiar insignias de colección… pero había muchos malos entendidos porque ninguno hablaba el idioma del otro; así que me ofrecí a ayudarlos. Así después de algunos minutos (y varias felices transacciones) me agradecieron muy contentos y me regalaron un parche del Jamboree de Idaho, de 1967. Ahí lo tengo guardadito y no lo cambio… en memoria de este bonito encuentro.
También aquí tuve la oportunidad de reencontrarme con Helga Van der Boom: ella es una señora alemana, a la que conocí en el Jamboree de Holanda (como dije: yo recogía basura… y ella vendía helados. Era un chiste!). Helga no había podido apuntarse en el Equipo Internacional de Servicio para esta oportunidad, sin embargo, igual me contó por carta que quería venir como visitante, esta vez junto con su esposo Jean Pierre (también Scout). Así que un día de Jamboree, encontré varios mensajitos en pizarras, indicando que Helga y JP nos buscaban. Así fuimos tras su pista, y los encontramos. Fue un encuentro muy grato! Estoy convencida de que lo más hermoso de ser scout es que uno siempre tendrá buenos amigos con quienes caminar.
Un día paseando por ahí, vimos un escenario decorado como “el Show de los talentos”, organizado por Unicef: cualquiera podía inscribirse y presentarse en la noche ante un público muy numeroso. No sé cómo , pero lo convencí a Stefan de subir a cantar conmigo la composición que había hecho 6 años atrás: “En otro Jamboree” (para los que no la conocen: una canción de amor entre dos scouts que se conocen en un Jamboree – la letra la encuentran en mi blog). La noche del show nos presentamos en castellano y en inglés (porque había harto gringo también) y felicitamos a Unicef por esta iniciativa …. ahora pienso que perdimos tiempo valioso en esta presentación…. pues nos habían concedido apenas 3 min. y los de Unicef consideraron estas palabras de inicio dentro de los 3 min. En fin: comenzamos a cantar… y a pesar de nuestras voces medio desafinadas, la gente cantaba emocionada los versos del coro… y cuando faltaba poco para el desenlace de la historia… NOS CORTARON! GRRR!!! Todo el mundo pifió, pidiendo el final !!! pero no nos dejaron. Lo gracioso es que en los días siguientes nos topamos con varias personas que nos dijeron: “Ustedes cantaron en el Show de Talentos, no? Y cómo termina la canción?” o “me pueden dar la letra?” o “me pueden firmar un autógrafo?”.
A propósito, el Himno del Jamboree fue compuesto por Alberto Plaza… y me encantó, tanto la letra como la música. (Conozco también los de Holanda y de Inglaterra… estaban bien…. pero éste les ganó).
En cuanto a ceremonias… en la inauguración se presentó el conocido grupo Inti Illimani con la Orquesta Clásica de la U. de Santiago y el Coro de la U. de Chile. Ellos interpretaron una composición llamada La Rosa de los Vientos, y hablaba de esta reunión de Scouts en Picarquín (la sede del evento), y mientras tanto había que sostener sobre nuestras cabezas unos folletos cuadrados bastante grandes , ir dándoles vuelta, voltearlos, etc. para así formar figuras que se verían “estupendas” desde una toma aérea…. Tal vez en su concepto fue una buena idea, pero en la práctica resultó bastante aburrido… los chicos de nuestro sector tiraron la toalla rápidamente… Claro, la composición musical era bastante mística… y los chicos disfrutan con algo más movido. Creo que para ceremonias, los gringos siguen siendo campeones. (Si quieren vean en You Tube el siguiente enlace: Se aprecia toda la música… pero no se llega a ver el show desde el aire… seguro no había cámara aérea, así que todo lo que hicimos – o pretendimos hacer – fue por las puras.)
Sin embargo, para mí que era recién “bajadita” del Jamboree Mundial de Holanda (95), tengo que confesar que a pesar de sus deficiencias, el de Chile fue un Jamboree muy Scout. No gozaba de todas las “modernidades” que había visto allá… pero estaba lindo: se vivía un ambiente de campamento de verdad. Años más tarde iríamos al del Centenario Scout en Inglaterra… muy pero muy distinto, lamentablemente. Esperamos que el de Suecia prometa lo que ofrece en su lema: “simply Scouting”.
De regalo les va la música del Jamboree (por ahora la pongo en un video que encontré en You Tube… algún día encontraré mi cassette o un MP3!!!)