Cambio temporal de camiseta

Pues sí. Tenía todas las intenciones de reabrir nuestro grupo scout este año…. pero una vez más, se quedó en intenciones. Ya habíamos conversado con Mónica y Daniel para comenzar con la manada (inclusive desde el año pasado), pero viendo que me correspondía ser la Akela (por tener algo más de experiencia que mis amigos), y considerando que estoy a punto de dar a luz dentro de dos días, como que está bastante verde el plan de comenzar con nuestra manada este año. Así que hemos decidido poner a nuestros hijos en otro grupo, hasta que podamos abrir el nuestro (supongo y ESPERO: el próximo año).

Me viene a la cabeza el color de la camiseta: los jugadores de fútbol que por un par de miles de dólares más, se cambian de camiseta así nomás. ¡Qué vergüenza! Pero bueno, felizmente creo que en los scouts el cambio de pañoleta se da por otras razones (o a alguno le han pagado por cambiarse???). De hecho yo suelo recomendar a padres de familia nuevos que me preguntan sobre los scouts: “que su hijo pruebe un tiempo, y si no se sintiera a gusto, que no se desanime y pruebe en otro grupo”.

Yo misma estuve toda mi chiquititud en el grupo del colegio, que en aquel entonces llamábase “Ate 1” (hoy es La Molina 1 – suena también más pituco).  Era un grupazo enorme: teníamos creo que 3 manadas (no he dicho 3 seisenas, sino 3 manadas!), 2 rondas (el equivalente de manada en las Muchachas Guías), no sé cuántas tropas y compañías. El punto es que medio mundo estaba metido en los Scouts / Guías del colegio. Era un grupo con mucha tradición, y ahí estaba con mis mejores amiguitas de la clase todos los miércoles, con mi uniforme, pasando pruebas antes de la reunión, y luego divirtiéndome a mares en la misma y en tantas actividades que hicimos con el grupo.

Las Muchachas Guías desaparecieron de nuestro colegio y nos transformamos en las Scouts de la  Tropa Femenina. Ahí estuve un tiempo, pero no me sentía a gusto ni con las chicas de mi patrulla, y la Jefa de Tropa – aunque me caía bien como profesora – no satisfacia mis necesidades como Scout en potencia. Yo quería más, creo que me asfixiaba con estas chicas, que no pretendían algo más que ir a las reuniones de la tropa y a algunos campamentos. Yo quería ser mejor, sin saberlo todavía.

Por eso me salí e ingresé al grupo de las Guías del barrio. Todavía estaba medio en pañales, no así como nuestra Tropa y Manada, que aunque no eran tan grandes como las del colegio, tenían una calidad muy reconocida. Buenos jefes, buenos chicos. En este grupo, donde las chicas éramos “San Isidro 1” y los chicos “San Isidro 51” , fui feliz. Nos reuníamos los sábados en el parque, o en el jardín de mi casa…. y cuando me tocó ser Guía de Patrulla, hice algo que muchos otros GP no hacen : reuniones de patrulla, una hora y media fuera del día de la reunión de grupo. Me preparaba con empeño, leía todo cuanto podía para enseñar a las chicas, no sólo técnicas scouts, sino también cuestiones que alimentaran nuestro Espíritu.

Nunca pasé a la rama mayor, en principio porque no la había en nuestro grupo…. y segundo, porque ingresé a la universidad a los 16 años. Al poco tiempo me invitaron a ayudar como dirigente, tanto en mi grupo como en otro. Y cuando lo hice en otro, mantuve mi propia pañoleta. Ah sí. Aunque de chica cambié de color, por los motivos ya expuestos, de grande no estaba dispuesta a hacerlo así nomás. ¿Fidelidad? ¿Romanticismo? Si quieren. Al fin y al cabo, ¿no somos los Scouts unos románticos locos que vivimos en este mundo, tratando de mejorarlo? (me refiero a los buenos Scouts, por supuesto).

En fin. No cambiaré de pañoleta, aunque sí de personaje. Durante mi época de dirigente de manada fui Bagheera: era el personaje que más me gustaba del Libro de las Tierras Vírgenes, aunque reconozco no ser tan intrépida en cuestiones físicas…. de hecho, creo que me parezco más a Baloo (no por la gordura! sino por su alegría, por el carácter de contarles historias a los lobatos, etc.). Digamos que he sido un híbrido entre Baloo y Bagheera, pues brindé a nuestros chicos tanto técnicas y trucos, como cantos, bailes y narraciones.

Pronto me tocará ser Akela. Tengo que prepararme para ello. Felizmente mis hijos ya me están entrenando día a día.  Ahora entiendo por qué hay muchas Akelas mujeres (aunque en el libro, es macho)… las mujeres tenemos ese “no sé qué”, ese instinto para llegar con más facilidad al corazón y a la cabeza de los niñitos. Ojo! Sé que hay muchos Akelas hombres que lo hacen también de manera excelente, pero – vamos! – aceptemos que en psicología infantil las mujeres tenemos un poquito de ventaja.

Mientras tanto, dejaré que mi hijo vista otra pañoleta, y sea feliz como yo lo fui en mis primeros años del escultismo. Lo importante es que tenga buenos jefes… y buenos compañeros. Lo demás lo pondremos en casa, como todos los días.