Una experiencia con carpas

Escribiendo el artículo sobre mis botines, me acordé de algo gracioso. Claro, no fue tan gracioso en su momento, pero ahora sí.

Como conté anteriormente, hicimos el equipaje a última hora…. y también a última hora estábamos eligiendo qué carpas llevar.

Lo que pasa es que la organización del evento nos permitía utilizar 1 carpa por persona (mejor si se compartía carpa con varias personas, para no ocupar tanto espacio). En este caso viajábamos Stefan y yo, y como ya estamos medio viejitos (???) o mejor dicho, como hay que cuidar la espalda, nos compramos uno de esos colchones inflables … claro, una cosa es un campamento de fin de semana en que la espalda aguanta todo, o si se quiere, se lleva una de esas minicolchonetas de espuma que se enrollan; otra cosa es un Jamboree de varios días, con muchas horas de actividad. Así que por este motivo no dudamos en llevar el colchón. En casa lo inflamos y vimos que por su tamaño teníamos que llevar mi carpa “Buffalo”, una hexagonal en la que cabía el dichoso colchón, nosotros encima, y NADA MÁS.

Por tanto, era preciso llevar otra carpa, donde poner las cosas…. Felizmente no había que pedir autorización alguna, pues ya dije que la organización permitía 1 carpa por persona. Así que Stefan propuso llevar su carpa, que es un poco más pequeña.

En la víspera del viaje, Stefan sale con una sorpresa: un paquete enrollado que resultó ser una tercera carpa, de la cual se había olvidado, una tipo canadiense (techo 2 aguas) pero bien chiquitita… tanto, que la llama su “ratonera”. ¿La llevamos? Ni hablar! Ya tenemos la otra, que es más grande. Ah sí, dejemos ésta en Lima. Y así como locos seguimos embutiendo cosas, sacando otras, mejor esto sí, esto no…. y así se pasaron las horas y de repente ya estábamos rumbo al aeropuerto, cada uno con su mochilota y un “carry-on” (maletín de mano con rueditas), además de mi mochilita donde llevábamos los pasajes, la plata y todo eso.

Cuando llegamos al Jamboree y nos asignaron el lugar de campamento…. OH SORPRESA! Resultó que con el apuro habíamos embutido…. las TRES carpas! Es decir: la “ratonera” también llegó a Europa!!!

Bueno. Seguimos conforme a nuestro plan: armamos la carpa Buffalo, le metimos el colchón inflable, y al costado pusimos la carpa mediana. La ratonera la guardamos junto con nuestras cosas. A la del colchón, la bautizamos como el “Dormitorio”, y a la mediana le pusimos el nombre de “Walking Closet”, puesto que contenía nuestra ropa y demás cacharpas…. claro que de “walking” no tenía nada – con las justas cabíamos medio arrodillados… pero estaba bien, como para entrar, buscar una prenda de vestir y salir. No se necesitaba más.

Stefan había tenido la previsión de traer de Lima algunos metros de plástico. Así que lo pusimos en el suelo, y armamos encima el “Walking Closet” de manera que su piso no impermeable se mantenía aislado del gras. Es más: siguiendo consejos de expertos acampadores, habíamos llevado varias bolsas plásticas y toda nuestra ropa estaba organizada en bolsas diversas, por si acaso entraba la lluvia… cosa improbable porque el “Walking Closet” sí tenía un buen toldo.

Todo iba de maravillas hasta que….

Una tarde de los primeros días, mientras hacíamos la siesta (luego de haber ido a trabajar desde las 5:30 am.), nos despertamos con un ruido bastante peculiar: tip tap tip tap tap tap plosh plosh plosh PLOSH PLOSH PLOSH!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Oh sí! Una lluvia feroz comenzó a caer, y el viento sacudía la carpa, de manera que parecía que íbamos a salir volando (o que se iba a quebrar uno de los parantes…. que al final es lo mismo). Estábamos pensando que felizmente el “Dormitorio” tenía un buen toldo, cuando de pronto…. plic, plic, plic, plic….. comenzaron a caer gotitas justo por el centro del techo, por un costadito, y lo peor: debajo del colchón se habían hecho varios charquitos! ¿Por qué había sucedido esto si el piso de esta carpa era impermeable y no tenía huequito alguno? Muy simple: porque el colchón era tan grande, que sus esquinas y algunos bordes rozaban con las paredes de la carpa, permitiendo que la humedad se filtrara por esos puntos de contacto, generando así varios charcos debajo del colchón.

POR FAVOR QUE PARE DE LLOVEEEEEEEEEEER!

Después de varias horas, nuestros ruegos se cumplieron. El gras no existía más. Reinaba el LODO por doquier. Una asquerosidad. Debíamos apurarnos en secar el interior de nuestra carpa antes de que anocheciera. Felizmente el resto del día lo teníamos libre, así que nos pusimos manos a la obra.

Mientras que Stefan se dedicó a secar el piso del Dormitorio con mucho papel higiénico (casi aplastado por el colchón, que ni siquiera podíamos sacar, porque NO HABÍA DÓNDE PONERLO con tanto lodo) yo fui a inspeccionar nuestro Walking Closet, a ver si las cosas estaban secas …

Oh no! Más sorpresas.

El famoso piso plástico que le pusimos fue un arma de doble filo: En lugar de aislar la carpa de la humedad del suelo, se convirtió en una bandeja receptora del agua de lluvia…. y todo eso se fue acumulando y entrando por el piso… que ya dije que no era impermeable. Así que mi tarea urgente era la de arreglar este asunto.

Como buena scout, yo tenía un par de herramientas útiles: rollo de maskingtape, tijeras y un miniengrapador (??? engrapador en un campamento??? miren cómo sirvió!)

Cuando Stefan estuvo listo con el secado del suelo del Dormitorio, colocamos sobre el colchón todas nuestras cosas del Walking Closet. Felizmente nada se había mojado gracias a las BOLSAS.
Entonces tuvimos una idea genial: si el plástico no aislaba por fuera la carpa…. entonces lo haríamos aislante por dentro. Lo secamos bien y lo metimos bien estirado dentro del Walking Closet. Yo me senté en él y comencé a doblar sus bordes, como formando una bandejita, y los engrapé y aseguré con maskingtape!!! Sabiendo lo que pasó con nuestro colchón, me cuidé de dejar un espacio entre las paredes de la carpa y las paredes de esta “bandeja” (o balsa, o bote, o como quieran llamarla).

Después nos conseguimos del basural (atrás del Restaurante del Staff) un par de cajas de cartón, como en las que vienen 6 panetones. Así que sobre la bandeja plástica, al fondo, pusimos primero nuestras mochilas y 1 carry-on (el otro lo habíamos dejado en el hotel en Londres, felizmente). Luego, más adelante colocamos las 2 cajas, una a la izquierda para mis cosas, y la de la derecha para Stefan. Finalmente dentro de estas cajas guardamos lo más ordenadamente posible la ropa y demás cachivaches embolsados, con etiquetas de maskingtape indicando el contenido, como “polos y chompas”, “shorts y pantalones”, etc. Finalmente nos conseguimos 2 cajas más (en las que venían los horrorosos jugos de cajita) y las pusimos más adelante, como para reforzar las paredes de la bandeja plástica, para lo cual utilizamos maskingtape.

En cuanto al Dormitorio, retiramos el toldo y descubrimos por qué había estado goteando por el techo: el mismo viento había hecho que el toldo rozara con los parantes del iglú, permitiendo así que se filtrara el agua, y se acumulara en el centro del techo: un triangulito que se convirtió en un minipozo, el cual goteaba y goteaba por dentro.

Así que una vez más fuimos al Comedor y nos prestamos (ok, hurtamos) unas cuantas bolsas plásticas – que a la larga terminarían en la basura, pues para ello servían. Las abrimos con las tijeras y con ellas cubrimos la carpa, uniendo bien las bolsas con maskingtape (pegándolas por debajo, para que en un futuro el agua de lluvia no pudiera despegarlas!).

La verdad es que parecíamos unos MISIOS! A nuestro lado pasaban los europeos y nos miraban raro, como diciendo: “pobrecitos estos latinos, no saben que existen los toldos”. Pero no importaba! Teníamos que solucionar este problema cuanto antes. Así que hemos cubierto la carpa POR COMPLETO (hasta el suelo prácticamente) con los trozos de plástico. Y recién después le hemos colocado el verdadero toldo de nylon encima… al menos así no se veían las bolsas plásticas! (Claro que teníamos un gran inconveniente: con este arreglo la carpa podía convertirse en un sauna, pues no había forma de que entrara el aire… Pero bueno! la parte de la puerta sí quedaba algo libre de plástico, así que no moriríamos asfixiados).

Y a decir verdad, en los días siguientes nunca nos sentimos ahogados, ni por la falta de aire, ni mucho menos por el ingreso de agua! Las carpas se volvieron realmente impermeables con nuestros arreglos.

Por cierto: el Dormitorio tenía un único defecto: el cierre de la puerta se malogró, lo cual es muy malo en un campamento – inclusive scout. No podíamos dejar nada de valor adentro… claro que el colchón era de mucho valor para nosotros, pero era casi improbable que alguien se pudiera robar tamaña cosa!

De todas maneras decidimos inventar una forma de disimular la puerta rota: compramos en el supermercado las pinzas de ropa más caras del mundo (made in China y que se vendían a precio británico, o sea carísimas). Y con ellas sujetábamos por dentro la puerta a la pared delantera de la carpa! Era un trabajazo, pero valía la pena (sobre todo cuando íbamos al baño y ya no queríamos llevar pañoleta o ID Card, o canguro con cachivaches…. claro que podíamos abrir el Walking Closet para tirar todo adentro, pero hasta eso daba flojera!). Así que al más puro estilo de BP en Mafeking, fingíamos cerrar nuestro Dormitorio, inclusive uníamos los dos cierres (rotos) con un candadito! y al final en verdad todo estaba sujeto sólo con pinzas de ropa bien escondidas.

Epílogo: Después del Jamboree nos esperaban unos días de viaje. Así que optamos por lo sano: decidimos dejar 2 carpas en Inglaterra: el Dormitorio y la ratonera que nunca usamos. Lo mismo hicieron muchísimos scouts de otros países. Era envidiable la cantidad de carpas que dejaron los gringos y los japoneses! Todo para no llevar tanto equipaje…. y pensar que esas carpas habrían sido tan necesarias unos días después del Jamboree…. cuando ocurrió en el sur de nuestro país el devastador terremoto.